Es domingo por la mañana y en mi agenda hay programada una visita al Papalote Museo Del niño en donde se exhibe Diálogo en silencio; hace algún tiempo yo acudí a la exposición de dialogo en la obscuridad y me gusto bastante.
La exposición consiste en un recorrido de una hora en la que está prohibido hablar y tienes que pasar por diferentes salas en las cuales, tú cuerpo te ayuda a comunicarte con los demás y tus ojos son como tus oídos.
Diálogo en silencio es un concepto de Orna Cohen y Andreas Heinecke y permanecerá hasta enero del próximo año el costo de entrada por persona es de $50.00 y es recomendable para niños de ocho años en adelante.
Está exposición fue para mí una experiencia única pues me permitió aprender lo sorprendente que es la comunicación no verbal.
Para empezar, primero tuve que pasar por el retén donde te revisan que hayas comprado tú boleto y los policías que están ahí sentados en unos bancos como de cafetería, me indican que tengo que caminar hacia la izquierda hasta que llegue a una pared roja.
La entrada a la exposición es hacia la derecha y detrás del pasillo hay una sala de color blanco parecida a un vestidor de esos que hay en los gimnasios de las películas de Hollywood.
Sentados en las largas bancas se encuentran 2 personas una señora de 1.50 de estatura de complexión mediana, cabello castaño y vestida con un pants azul claro; su acompañante un adolescente de 1.70 de estatura complexión delgada cabello negro.
La joven del staff que ahí se encontraba nos indicó que debíamos de dejar todas nuestras cosas en los lokers y que lo único que podíamos conservar era dinero para comprar algo en la tienda que hay en la exposición.
Enseguida nos llamaron para darnos las indicaciones pertinentes para disfrutar del recorrido y nos presentó a nuestro guía un joven alto, robusto de tez blanca, cabello negro y que usaba anteojos.
El nombre de nuestro guía era Sergio, un joven actor que maneja muy bien el lenguaje de los sordomudos y se hace varias señas con las manos a su compañera.
Ella interpretaba para nosotros de hecho la única forma de llamarlo era cerrando el puño derecho, llevarlo hasta debajo del lóbulo del oído y deslizarlo hasta la mandíbula por la parte lateral de la cara.
Comenzamos a caminar la primera sala de color blanco, con las luces tenues; lo único que hacía que se iluminara la habitación era una serie de luces que había en el suelo, detrás de nosotros había un anaquel con varios audífonos grandes que parecen salidos de la casa de un dj.
Sergio entro en la habitación, encendió las luces y las indicaciones que había delante de nosotros, eran un conjunto de signos parecidos a los de transito donde indicaba lo que se podía y lo que no hacer durante el recorrido.
Estaba prohibido hablar, contestar el celular y quitarse los audífonos, Sergio sonreía y nos señalaba cada una de ellas; una vez que terminó con la mano derecha no señaló la entrada de la siguiente sala.
Caminamos por una pasillo hasta que llegamos a un cuarto de forma redonda en la que había una gran mesa de color blanco con una mica encima.
Sergio se colocó en un lugar donde fuera visible para los 4 que habíamos ahí y nos indico que rodeáramos la mesa.
Lo primero que hicimos fue aprender a aplaudir como lo hacen los sordomudos y es alzar las manos con los dedos estirados y moverlos como cuando decimos más o menos con las manos.
Una vez que todos aprendimos la lección, apagó las luces y acto seguido encendió una luz de color verde que iluminaba la mesa de abajo hacia arriba; el ejercicio consistía en hacer formas con las manos para que las sombra se proyectaran en la mesa y cada que alguien hacia una diferente le aplaudíamos claro a su manera.
Después nos puso un reto que consistía en hacer una estrella con las manos, nosotros teníamos que encontrar la manera de hacerla, como no pudimos él nos ayudo y la forma correcta era poner el dedo índice y medio en forma de V y así juntar las manos con las de los demás.
Ya que logramos hacer la estrella nos indicó que pegáramos las manos en la mesa y de pronto una luz salió de la mesa como un flash de cámara fotográfica y cuando quitamos las manos, en la mesa se habían quedado como impresos nuestros dedos formando la estrella.
Después Sergio nos indico que nos acostáramos en la mesa y volvió a salir el flash de la mesa y ahí se habían quedado nuestras sombras impresas en la mesa.
Nuestro guía volvió a encender las luces y nos guió hasta la siguiente sala en la que había un cilindro con varios marcos de metal alrededor, índico que cada uno de nosotros nos pusiéramos detrás de un marco; así que nuestras caras estaban como en un portaretarto.
Ya que cada quien estaba en un marco Sergio señaló su cara y comenzó a hacer caras, después señaló a uno de los 4 que estábamos ahí y este imito la cara que el guía acaba de hacer.
Luego comenzamos a imitarnos entre nosotros pues uno hacia una mueca y los demás tratábamos de igualarla o en el mejor de los casos mejorarla.
Después de cada uno de nosotros tuvo su oportunidad para hacer caras Sergio nos indicó que había llegado el momento de pasar a la siguiente, esta tenía sillas alrededor pegadas a la pared y arriba de ellas prendidas a la pared estaban unos letreros que decían:
“feliz, pensativo, concentrado, cansado, relajado, pensativo, furioso, suspicaz, precavido, imponente”, entonces cada uno de nosotros debía de sentarse en el lugar que reflejara la actitud que teníamos en ese momento.
Aquí la dinámica era que el guía nos daba una tarjeta en la que estaba escrita la actitud que debíamos de representar con gestos, muecas etc. para que los demás la adivinaran.
Los que éramos espectadores teníamos que señalar con la mano la actitud que creíamos se estaba representando y de las seis que representaron los demás yo solo adivine tres.
Después de hacer sólo gestos llego la hora de usar la imaginación y ahora si podíamos usar el cuerpo; en la silla que estábamos sentados, del lado derecho había unas hojas que estaban divididas en 10 cuadros las cuales tenían objetos había una mamila, un bozal, un gato mecánico, un pegamento, un saco, unas esposas, unas pinzas de depilar.
Sergio pasaba a cada uno al centro con una tarjeta que tenía una acción relacionada con los objetos que estaban en las hojas anteriores y que debíamos de representar, mientras los demás tenían que adivinar con qué objeto se llevaba a cabo la acción.
Ya que terminamos de jugar a caras y señas Sergio, nos llevo a la siguiente sala en donde había bancos alrededor de la sala de forma circular y enfrente había un gran tablero en el que había 18 cuadros con diferentes señas hechas con manos.
Aquí la mecánica era que jugaríamos una especie de memorama pues Sergio, volteó cada uno de los cuadros en los que había partes del cuerpo así que debíamos memorizar el lugar en el que se encontraba cada uno
Después de un tiempo volvió a voltearlas y puso en acción un reloj de arena, mientras el tiempo corría él nos enseñaba unas tarjetas con la parte del cuerpo que nos enseño minutos atrás.
Nosotros con las manos teníamos que hacer la seña de la tarjeta en la que estaba la otra imagen igual y él las volteaba. Erramos en repetidas ocasiones pero de las 18 imágenes solo logramos recordar 10.
Ya que terminamos de jugar memorama, caminamos a la siguiente sala en la que había cuadros con algunas señas estas explicaban como decir hola, gracias, si, no, ¿Cómo estás?, bien, adiós ¿te gusta? con las manos.
Detrás de nosotros estaba la tienda que nos mencionaron al principio y la vendedora nos enseño como pedir una Coca-cola, un Sprite, una agua, un chocolate.
Después de eso nos llevo a la última sala donde nos indico que nos quitáramos los audífonos, nos dio las gracias claro con señas y se fue.